Si la dictadura de lo espontáneo lo licencia
Instalaremos un deleitoso invierno
Con nido en la ventana de flaco cristal
Separando melancólicas luces
De semáforo (Rojas),
Inquietando humeantes mesas
De humeantes cabezas
De humeantes vocecillas
De humeantes seres
Sin alas.
Veme ya;
atraviesa el campo de flores taciturnas
que tanto persisten
en su acabose;
clama un ápice de vestigios
a tu voz,
contonea tu hálito
entre la tribu de fantasmas
que orbitan tus pasos
y con serenidad
agita contra el viento sucio
los cabellos alambrados
del monstruo que me habita.
Ven y plántate
en el dintel de mi sudor.
Veme ya
con las manos dentro de los bolsillos
suplicando el aplomo
que no concedió el miasma de las estrellas,
aquella noche tibia
en la que sembramos el recuerdo