miércoles, 26 de octubre de 2011

HASTA QUE EL SOL PIENSE, AMIGO MÍO


Parque Nacional, Bogotá.

I
No por infortunio divino
Se colmó el cáliz de invierno
En la acera desolada,
En la entrada al museo
Donde, como ingrata lápida
Campean los éteres
De reductos vitalicios.

Pasean inconformes los ojos
De un nostálgico viejo
A quien un extraño destello,
Liberador, aunque no viene al caso,
Lo puso en la novísima fila
De una generación desaparecida.

Las raíces aladas que le van quedando,
Después de la guerra en que fue vencido  el sueño
Aún suele estremecer las nubes
Apremiando de paso,
La obligación, que de salir, tiene el sol.

Aún protege desbocados pensamientos,
Y aún patea latas en la infamia acorazada
Que brinda indultos a los sumisos
Y a todo fiel seguidor de cuanto corazón sin espinas
Encuentre en paradisíacos mercados.

Piensa en todo caso
En locuaces desatinos,
En sus llagas ardiendo,
En el desarme de la ingenuidad,
En el polarizado vidrio del piso 21,
El del edificio blanco
Donde esmaltan las prisiones
Los que no llevan epitafios visibles.
Los de hoy.

Piensa en suma,
Y ya es un atroz disparate,
Aglutina derrotas
Las acumula y las cose.
Ya almidona, ya enriquece
El inefable espacio que sobra en su guardarropa.

Piensa y sigue pensando
En atormentarse para no perder sus armas
Ni sus alas rotas
Inmunes a la estupidez...


León Plata
2000

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