domingo, 30 de septiembre de 2012

DEPRECIACIÓN


Herido el albor
huele a festivos escorpiones en su danza del oprobio;
ligerezas obturadas por el cortavoz de un cajón vaciado de ternura.
Borbotones de estulticia, odas malhadadas, posesos de la absurdidad,
se aparta como engañando a un niño
la sombra lacrimosa de un un hombro llagado
por su angustia acomodada.

El miedo servido en un trago añejo, desprovisto de licor
y mezclado con rémoras del olvido, baila
atenazando el consabido patetismo de las fiestas
sin el alcohol, sin sus vestigios,

Diásporas envanecidas del silencio
en los momentos del abandono,
del desprecio del otro,
del abrazo negado
justo cuando arrecia el coraje
de hablar franco.

Las miradas se enmohecieron como tinta indeleble
para un pacto a traicionar;
la palabra acribillada fue materia prima
de tiras de flagelos para desangrar
el espíritu.
El descrédito no alcanza a la vista
en su intento de contemplar tanto desconcierto.
Huye avasallando toda rostro de confianza
el último beso de Judas.

Hora de resquemores taimados
hurgando en la primera gaveta de lo porvenir;
allí se encuentran fragmentos filosos de fardos
maquillados de amistad,
lazos disueltos en el más eficaz de los ácidos;
el miedo a ser amigo.

LEÓN ALEJANDRO PLATA

sábado, 15 de septiembre de 2012

¡BIEN, BENEDETTI!


Te llevábamos en los bolsillos de cualquier atardecer dudoso
Coreabas entre nosotros las consignas con las que solíamos edulcorar el café
Firmabas en las vigilias frente a las cárceles cientos de boletos de libertad
Bebías de nuestra cerveza y nosotros nos tomábamos tu vino
Andabas descalzo en nuestro sempiterno verano
Sembrando la cordillera de hilarantes utopías.

Encendiste la llama desde el cono sur
Con aquel porfiado Ernesto a quien tu pluma llorara;
Calcinando las secuelas del olvido
Acariciando la firme ternura
De nuestras tierras.

Ponías leche en lacrimógenos
Cada metáfora desmontaba cicatrices
Todo tu canto hería
Los sermones de la injusticia.

Navegaste en nuestras venas
Capoteaste agónicos lustros
Envenenado el saludo de las fasces
Ridiculizando martirios y martirizantes
Seduciendo los pisos térmicos
Con los vientos impúdicos de la libertad.

Solías mirar de soslayo
Una cadena rota en la retórica
Un desacuerdo formal en una fogata
Un lente amenazante en los edificios
Una certeza escalofriante en el temblor de las avenidas
Cuando salíamos a deplorar el odio
El silencio
La vileza.

Ahora no podés quemar las naves
porque antes tendremos que entrar en ellas.


León Plata
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